En todo caso, la película que vimos la semana pasada, tan austera en gestos y movimientos, nos dejó con ganas de esto. Además, en Un condenado a muerte se ha escapado, con todo su bricojaje, veíamos como el problema principal de los presos era no volverse locos, y se las apañaban para matar el tiempo mientras que sus carceleros les mataban a ellos. Allá a lo lejos, en el patio se oían unos disparos y alguien preguntaba ¿Quién es? Es Gastón, es Terry, es el de la 107... Fuera de la celda, nada, fuera de la prisión, nada. ¿Por qué está esta gente aquí dentro?
El martes 10 de julio, a las 20h en la sala 3.11 de La Ingobernable, veremos ...And justice for all, una película de Norman Jewison, del 79, de esas en las que Al Pacino se le iba la pinza, tenía tics, y una manera garbosa y desenfadada de mandar a la mierda a mucha gente (y de mover el flequillo con los ojos muy abiertos). Parecía que Al Pacino era el nuevo hombre, y decía cosas que todo el mundo quería decir, atracaba bancos, ponía bombas, se aliaba con compañías de teatro black panther y quería destruir prisiones, como la de Attica. No sé qué fue de Al Pacino después, la verdad. Después de los setenta, me refiero. En todo caso, la película que vimos la semana pasada, tan austera en gestos y movimientos, nos dejó con ganas de esto. Además, en Un condenado a muerte se ha escapado, con todo su bricojaje, veíamos como el problema principal de los presos era no volverse locos, y se las apañaban para matar el tiempo mientras que sus carceleros les mataban a ellos. Allá a lo lejos, en el patio se oían unos disparos y alguien preguntaba ¿Quién es? Es Gastón, es Terry, es el de la 107... Fuera de la celda, nada, fuera de la prisión, nada. ¿Por qué está esta gente aquí dentro? Pues en la peli de esta semana, tan chispeante ella, veremos como un abogado, o varios, intentan no volverse locos gestionando cuerpos y vidas como lo hacen. Nos meteremos de una manera muy peliculera, valga la redundancia, en ese mundo cuya razón de ser es la prisión, meter y sacar gente de allí; en el mundo de la justicia sin mayúsculas. No la justicia que reinaba en el mundo de las Ideas de Platón, no, la justicia de puro y pasillos, de golf y prozac; mucho prozac para que no se acaben suicidando aquellos que condenan a gente a suicidarse en la cárcel.
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La semana pasada vimos a un hombre travistiéndose de mujer. Pero sobre todo vimos a una mujer persiguiendo sus pasiones: los relojes y los muebles del periodo Gründerzeit, los hombres mayores, el sexo fantasioso, el baile, la música... Que difícil es amar el mundo cuando tienes que explicarte, cuando se te lee desde unas coordenadas chungas, cuando tienes que luchar contra lo que te impide hacerlo. Y qué fácil parecía en la película del martes pasado. Una película que, como su personaje principal hacía al mundo cándido con su candidez, como sorteando los problemas por pura falta de interés en la reacción... de tanto interés en la acción. No sé si me explico. Bueno, pues la pélicula que propongo para el martes que viene, creo que va de eso y más. Además hay más paralelismos con Yo soy mi propia mujer de los que pensé en un principio. En Yo soy mi propia mujer un hombre se traviste de mujer, en La France una mujer se traviste de hombre. En Yo soy mi propia mujer vimos como un pene te puede salvar la vida, en La France las pequeñas tetas de la protagonista provocan el punto más violento de la película. En Yo soy mi propia mujer la protagonista asesina para hacer un mundo mejor, en La France también pasa eso. En Yo soy mi propia mujer se está en guerra pero se intenta no estarlo, hacer una vida, en La France pasa exactamente eso. Además, es una película en la que la alegría de vivir también se expresa con la música, la música más blanca y falta de conflicto que hay: el pop. Una película antibelicista y antipatriótica (que rabia poner tantos anti después de lo que acabo de decir), y anti otras instituciones también. Una película que me hace feliz. En La Ingobernable, C/Gobernador 39, tercera planta, donde el cartel de neón del cine club Chantal, el martes 19 a las 20h.
El señor Prendick no entiende lo que se encuentra en la Isla del Doctor Moreau. Son personas animaladas, o animales humanizados que no le pueden contar su historia. Son lo que el Dr. les ha hecho.
El Dr. cree que a través del sufrimiento extremo, podrá convertir a los animales en seres humanos. Y mediante condicionantes y torturas ha conseguido que lleven sus cajas, le limpien el laboratorio, y hasta que practiquen la monogamia y la religión. Lo que no hacen estos bichos es contar su historia (que siempre es una invención), volver a esas torturas para hacer de su capa un sayo, dar una respuesta inesperada al estímulo que se les proporciona. Porque aquel que proporciona el estímulo, esperaba una respuesta determinada. Y ese es su error. Y el nuestro. El martes 4 de julio a las 20h no vamos a ver la isla del Doctor Moreau, pero podía haber sido. Nos quedamos con ganas de oir más historias, de oir contar su historia a la chica que no se ahogó. Pues aquí algunas historias de chicas que no se han ahogado, cuyas respuestas a los estímulos de la vida han sido muy impredecibles. Y que con sus respuestas vuelven a crear esos estímulos a su antojo. O casi. Quede esto como definición personal de la perversión. Entonces, el martes 4 de julio a las 20h, vamos ver Soft Fiction, que Chick Strand hizo en el '79. Vamos a ver a mujeres de muy cerca (caras, caras, caras) y sobre todo oirles contar historias que sólo contarían a alguien por que no temieran eso de "ser juzgadas". A ver como lo hacemos. |
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