La semana pasada vimos a un hombre travistiéndose de mujer. Pero sobre todo vimos a una mujer persiguiendo sus pasiones: los relojes y los muebles del periodo Gründerzeit, los hombres mayores, el sexo fantasioso, el baile, la música... Que difícil es amar el mundo cuando tienes que explicarte, cuando se te lee desde unas coordenadas chungas, cuando tienes que luchar contra lo que te impide hacerlo. Y qué fácil parecía en la película del martes pasado. Una película que, como su personaje principal hacía al mundo cándido con su candidez, como sorteando los problemas por pura falta de interés en la reacción... de tanto interés en la acción. No sé si me explico. Bueno, pues la pélicula que propongo para el martes que viene, creo que va de eso y más. Además hay más paralelismos con Yo soy mi propia mujer de los que pensé en un principio. En Yo soy mi propia mujer un hombre se traviste de mujer, en La France una mujer se traviste de hombre. En Yo soy mi propia mujer vimos como un pene te puede salvar la vida, en La France las pequeñas tetas de la protagonista provocan el punto más violento de la película. En Yo soy mi propia mujer la protagonista asesina para hacer un mundo mejor, en La France también pasa eso. En Yo soy mi propia mujer se está en guerra pero se intenta no estarlo, hacer una vida, en La France pasa exactamente eso. Además, es una película en la que la alegría de vivir también se expresa con la música, la música más blanca y falta de conflicto que hay: el pop. Una película antibelicista y antipatriótica (que rabia poner tantos anti después de lo que acabo de decir), y anti otras instituciones también. Una película que me hace feliz. En La Ingobernable, C/Gobernador 39, tercera planta, donde el cartel de neón del cine club Chantal, el martes 19 a las 20h.
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