El protagonista es su alter ego Michele Apicella, profesor de matemáticas en un instituto experimental surrealista formado por estudiantes altamente capacitados donde el protagonista se encuentra completamente fuera de lugar.
Michele vive solo y está lleno de manías y fobias: un higienista en exceso, un perfeccionista, un observador casi obsesivo de la realidad y de las personas que lo rodean, un narrador de las vidas de otros que incluso juzgan con los zapatos.
El director combina el voyerismo de Hitchcock con la obsesión, en una película con una deriva grotesca de la tradición italiana que se esconde detrás de la fachada cómica, una tragedia profunda relacionada con la incapacidad de estar con otros.