Sesión Martes 9 de junio de 2020. Un ladrón en la alcoba (1932, Ernst Lubitsch)
En la película que vimos la semana pasada había una niña que tenía por costumbre el tomar para sí los frutos del huerto de sus vecinos. Éstos se quejaban continuamente de ello, pero no fue hasta que la niña fue acusada del robo de un collar que su madre la castigó duramente. Hacia el final de la historia la niña, que se llamaba Durga, moría por una enfermedad, y descubríamos que efectivamente había robado el collar.
Tanto ella como su madre intuían que agarrar las frutas de los árboles no era exactamente robar, sino algo que formaba parte de su naturaleza. ¡Y qué naturaleza tan hermosa, generosa, y también cruel y violenta se nos presentaba! Y tan poco intervenida por el ser humano...
En la película que propongo para esta semana (Un ladrón en la alcoba) también hay una mujer que se encapricha con un collar que no le pertenece, y personajes que roban como si fuera parte de su naturaleza, aunque la naturaleza y el naturalismo están de lo más ausentes. Toda la acción se desarrolla en una Venecia y un París ingenuamente pintados e iluminados, en una serie de interiores construidos para existir en el mundo de la película (destaca una casa de estilo modernista) y si algún animal salvaje aparece en pantalla únicamente será como prenda femenina (una naturaleza muerta, al fin y al cabo).
Nos encontramos ante un mundo de sofisticación y lujo habitado por aristócratas y ricachones, con sus consiguientes secretarios, mayordomos, jardineros, chóferes, y por supuesto ladrones que les ayudan a romper un poquito con la monotonía de una vida consistente en saltar de fiesta en fiesta y de tienda en tienda. Todo es ligero, chispeante, calculado, pero ojo, que incluso el más calculador puede caer presa de las pasiones, algo que ciertamente resulta de lo más natural, ( y que sucede siempre a puerta cerrada.)
En fin, se trata de una de esas comedias que tan graciosamente supieron burlar los códigos de censura y que ayudaron a los espectadores de la gran depresión norteamericana allá por los años 30 a evadirse con las ocurrencias y frivolidades de las clases adineradas. Las situaciones, los diálogos, el montaje, el mágico toque Lubitsch....todo es fenomenal, o como dirían sus personajes: "marvelous, divine, wonderful"!
Texto de Bárbara Morán
Otras propuestas que se hicieron para esta sesión:
Cold War es una película polaca de 2018 dirigida por Pawel Pawlikowski. Cuenta la historia de un director de música que descubre a una joven cantante en plena Guerra Fría. La película sigue la historia de amor entre ambos.
Cold War se propuso, según la tradición chantalera, en relación a la anterior película (Pather panchali), pero no por su conexión temática sino por el aspecto profundamente estético de ambas. Al igual que los preciosos encuadres de Pather panchali, Cold War es una maravilla visual, pero distinta, porque los espacios polacos son mucho más abiertos y la luz totalmente distinta.
Como os comentaba el otro día, viendo Cold War uno tiene de vez en cuando unas ganas tremendas de darle al pause para deleitarse con la fotografía, que está cuidada al milímetro, pero sin embargo, como también dije ese día, la película es mucho más que una sucesión de imágenes perfectas, aunque debo reconocer que eso es lo que a mí se me ha quedado en la memoria.
Texto de Fidel López
La canción del camino nos sumergía en un contexto costumbrista de un mundo, una historia y una cultura desconocidos o poco familiares para unos ciudadanos y ciudadanas blancas, privilegiadas europeas. También con el foco en la vida y las formas cotidianas, Trinh T. Minh-ha, cineasta, escritora, profesora y teórica de origen vietnamita, nos propone en una de sus primeras películas, Reassemblage: From the Firelight to the Screen (1983), una lectura de una sociedad repetidamente observada a través de ojos etnográficos y representada a partir de un género que se ha utilizado como referente de veracidad, el documental, un ejercicio de conciencia hacia la manipulación y la representación forzadas.
En este film, para el que la directora estuvo viviendo en Senegal en diferentes ocasiones, plantea lo que sigue siendo una de sus fórmulas de trabajo "not to speak about/Just speak nearby,"
Texto de Elena Lavellés
La canción del camino me hizo pensar en la película que propongo para esta semana, Gracias por la lluvia. En ellas, veo una relación en el retrato de convivencia planteado entre naturaleza y seres humanos a partir del respeto hacia el medioambiente y su uso. Además, en el caso de Gracias por la lluvia, se suma la lucha contra las consecuencias del cambio climático de una familia local keniana.
Su protagonista principal es Kisilu Musya, un granjero que graba su día a día con una cámara donada por la directora de la película para dejar testigo del impacto de la crisis climática y cómo afecta a su comunidad.
La historia de Kisilu genera un gran sentimiento de motivación hacia el cambio, ya que consigue sumergirse en negociaciones internacionales que dejan entrever el contraste existente entre el Norte y el Sur Global y expone su caso particular que representa una globalidad.
Texto de Elena Lavellés