En The Grass is Greener (Stanley Donen, 1960), la anterior película que vimos, una escena de pesca definía muy bien la situación de los personajes en ese tiempo concreto de la película. La película que veremos este martes, Man's Favorite Sport? (Howard Hawks, 1964), también comedia, también, por así decirlo, ‘últimos coletazos del cine clásico’, tiene la pesca como escenario principal sobre el que se sitúa el relato. Roger Willoughby es un empleado en una tienda de pesca de unos grandes almacenes. A fuerza de hablar con sus clientes él ha aprendido todo lo necesario sobre este deporte: aparejos, anzuelos, carretes, sedales, profundidad y temperatura del agua, mejores horas para la pesca, y en especial, la técnica de lanzamiento de la caña de pesca. Tales conocimientos le han permitido ser el favorito de los pescadores que acuden a la tienda en busca de consejos, y por supuesto, de su jefe.
A diferencia de The Grass is Greener, donde la preservación de las apariencias estaba vetada desde que la pareja protagonista realiza visitas guiadas a su mansión, en la película de Hawks, ahora sí, el protagonista debe que mantener su reputación, puesto que la vida no consiste en vivir, sino en ‘vivir bien’. ¿Cómo va a decirles a todos que es un impostor, qué jamás ha usado una caña de pescar, ni sabe nadar, ni montar en lancha, más aún, que odia el pescado? No hay tiempo, tres días, para aprender un saber práctico, entiéndase como tal una ‘técnica’ puramente instrumental, por lo que uno, Willoughby, se debe abandonar al dominio de la fortuna (bien pudiera ser aquella joven que mete al protagonista en todo este follón, Abigail).
La rueda de la fortuna, entonces, una vez activada, seguirá dando vueltas y rumiando, puesto que nunca calla, y como si hubiera depurado la elegancia de sus líneas, donde todo movimiento, hasta el más breve, genera un otro y esto, lo otro, deviene lo otro de lo otro mismo, así, fotograma a fotograma, plano a plano, todo ello, formarán, aunque cierta mesura no me debiera permitir tal afirmación, un armazón casi perfecto.
De tal modo que a uno le da por recordar la película y piensa en un oso en motocicleta, en flotadores gigantes y peces bravos, y pieles rojas que citan a Confucio, en almacenes con barras de bar giratorias y cremalleras que se abrochan y desabrochan cuando deben hacerlo, y, en fin, en una muchacha que no es fría, más bien un poco demasiado inquieta, demasiado persuasiva, por un tiempo demasiado consciente de su importancia. Si el protagonista lograse controlar todo ello, si se erigiera por encima de las contingencias, sería él el encargado de la satisfacción de sus necesidades y de la producción y el dominio de aquellas, ¿Lo logrará? Y si es así, ¿qué se pondrá en juego con ello?
La veremos mañana martes 12 de septiembre a las 20h en la sala 3.11 del CS La Ingobernable.