Sesión Martes 28 de abril de 2020. Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles. (1976, Chantal Akerman)
Seguramente durante este confinamiento doméstico muchas de nosotras nos hayamos hecho más conscientes de aquellas tareas rutinarias y totalmente intrascendentes, pero teóricamente imprescindibles para nuestra salud, bienestar e higiene. Vivimos más que nunca en un presente continuo, concentradas en listas de la compra, comidas y limpiezas variadas, incluyendo la de una misma, que también tiene su importancia. El caso es que por muy limpia y dedicada que una sea, y ese es el caso de Jeanne Dielman, (protagonista de la película que nos ocupa), sostener la vida es un trabajo sin fin, pues la vida no se detiene, y a poco que te des la vuelta las traicioneras bolas de ácaros ya han vuelto a acumularse debajo de la cama, haciéndote sentir vergüenza y recordándote que el tiempo (¡oh, vaya!) también pasa por ti.
Pero hay más cosas en la película, además de los quehaceres domésticos y lo que probablemente sea el primer vídeotutorial de empanar filetes de la historia. Jeanne Dielman, la mujer perpetuamente confinada, mantiene su austero estilo de vida con las ganancias que obtiene manteniendo relaciones sexuales con hombres que visitan su domicilio en el quai du Commerce 23, 1080, Bruselas. Esto tampoco parece una actividad demasiado trascendente, pero bueno, en algún momento sucede algo que sí lo es.
Para finalizar, no querría que la duración (201 minutos) fuera algo que desanimara a nadie a la hora de ver la película. De ella guardo recuerdos muy vívidos, y creo que lo que más me interesó es que cuenta con el ritmo y la distancia necesarias para poder atender con gusto a los detalles y a las maneras de hacer cosas, ya sea apreciar la fealdad de un armario u observar a Jeanne pelar patatas.
Texto de Bárbara Morán
Otras propuestas que se hicieron para esta sesión:
Memorias del subdesarrollo, existencialismo tropical.
El Trópico tiene una presencia rotunda que para un extranjero serán siempre exuberancia y exotismo. Para el burgués local, también.
Cuba, 1961. Sergio ve marcharse uno a uno a sus familiares y amigos, pero él se queda en la isla a ver si algo pasa. Y pasa que todo sigue igual. La Revolución lo cambió todo para que nada cambie. Y él sigue siendo...
La revolución va por dentro. El "machismo-leninismo", por fuera.
Había algo atemporal en Síndromes y un siglo o quizás simplemente ignorancia nuestra respecto a la Historia de Tailandia.
Cuba, con toda su tropicalidad, fue España. Cuandoperdimoscuba ¿os suena? Y qué ajena nos queda ahora. Y qué tan poco conocemos de su Historia y de su ser. Y qué poco cine de ahí hemos visto. ¿Será que su exuberancia ahuyenta nuestra sofisticación intelectual?
Tal vez a través de la mirada monocular de este burgués de la Revolución, que no revolucionario, podamos conocer un poquito más de ese Trópico, que la propia intelectualidad de la época se apuraba en llamar: subdesarrollo. Con lo "chic" que es decir: exótico. Si acaso no somos los europeos la burguesía intelectual del mundo.
Aquí, la opción de ver este clásico del (viejo) Nuevo cine Latinoamericano.
Hasta la victoria...
Texto de Jose Luis Salomón
Como una muñeca rusa, una historia dentro de una historia...Un juego de espejos barroco. Todo es engaño. Todo es ficción. Todo es real. No entiendes por qué pero esta película te recuerda a las grandes meta-narraciones. Quijotesca, buñueliana, decadente, enredada en sí misma. Personajes en busca de autor, de guión, de tiempo. Un castillo que se desmorona mientras intentas encontrar el sentido de la vida. Delphine Seyrig resplandece. Espera, agazapada, a que llegue su momento y pueda volver a ser carne.
Texto de Sara Buraya