El escapismo como forma de supervivencia. Elegir la vida en los márgenes, en perpetuo estado de excepción, parece la única opción al otro lado de la insoportable rutina del explotado. A cambio una debe convivir con la promesa constante del desenlace fatal, de la que también conviene escabullirse. Imagino que tanto la Texas de 1952 como el Madrid de 1959 debían invitar mucho al escapismo, con un sinfín de mitos modernos y no tan modernos a los que aferrarse. El mayor de ellos: la clase obrera y popular es el lugar de los no dotados, de los faltos de osadía y envite, de los incapaces de escapar.
Un golfo es el que lleva una vida desordenada y desprecia las normas sociales. Es también un juego de cartas de apuesta y envite, un póker castizo. Este martes veremos en Cineclub Chantal a unos golfos muy castizos y madrileños, cuando ser de Madrid significaba algo más que la ubicación de un post en instagram. Al mismo tiempo son unos golfos bastante universales, como los de Tejas, Roma o París, con los que comparten el simple deseo de ser alguien. Cómo universal es el fatalismo y la violencia que embiste contra sus vidas o la visión de la mujer como terreno de conquista.
Os invitamos este martes a ver Los Golfos de Saura en la sala 3.11 de la Ingobernable, a eso de las 20.15.