"Lonesome ("Soledad", 1928, Pál Fejös), es una película de finales del cine mudo y de principios del sonoro, con todas esas maravillas que el mudo había inventado para contar el mundo y para hacerlo sentir, para lograr que por puro ritmo nos sintiésemos alegres o tristes, que sintiésemos lo que es estar en lo alto de una montaña rusa, en la hora punta del metro o inmersos en esa atención a otra persona que sentimos cuando nos enamoramos, esa atención que hace que de pronto nada más exista. Es una película realista nada realista, como si quisiese acelerar e intensificar lo real para que podamos verlo y comprenderlo, para poder meter la experiencia de vivir en una gran ciudad, y de en ella vivir la soledad y el amor, en apenas una hora y cuarto de película, en apenas veinticuatro horas de dos vidas. No se puede contar todo eso tal y como pasa en la vida, hay que tomar los atajos del arte, y aquí lo que asombra y alegra es la variedad y la inventiva de todos esos atajos. Es una película que viene de otro tiempo y que sin embargo podría seguir valiendo hoy, una película sobre un mundo masificado, en el trabajo y en el ocio, masificado y solitario, una película de playas atestadas y de parques de atracciones que en un instante pueden pasar de ser alegres a ser infernales, una película que nos muestra un mundo que la verdad es que parece bastante loco, un mundo que no puede seguir siendo así, es imposible vivir ahí, al ver la película la gente quizás pensaba que eso tenía que acabarse, y sin embargo nada se ha acabado, salvo quizás esa manera de mirarlo, ese arte de los atajos, esa alegría en la tristeza misma. La dirigió Paul Fejos, otro húngaro errante. La historia de cómo llegó a hacer esta película es de novela. Lo que hizo después también. "
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