Después de casi tres meses de trabajo en el cine Candilejas, actual sede del CSOA La Traba, una mañana cualquiera de domingo nuestros compañeros de asamblea nos obligaron bajo amenazas a deshacer ese trabajo. O nosotras la desmontábamos o ellos destrozaban una pequeña sala de proyección dentro de la gran, gran sala.
Cuando llegamos al Candilejas, creímos que no lograríamos hacernos con el espacio de tan enorme, frío y sucio. Pero descolgamos una lona del anfiteatro, la tensamos; limpiamos doscientas butacas del patio con una máquina alquilada y guay, la neblina de polvo se disipó; cableamos varios enchufes, para estufas; cerramos el espacio con telas negras, lo iluminamos. Subir al anfiteatro, seis y pico de metros sobre el suelo y sentir que, por azares de la okupación, íbamos a dar todavía un poco de aliento a un mundo desaparecido, el del cine y sus cines de barrio maravillosos.
Nuestros compañeros de asamblea nos obligaron bajo amenazas a deshacer ese trabajo para que Sfhir, estrella internacional del graffiti y "amigo de la casa", grabara a sus anchas un videoclip suyo de él. Y nosotras lo deshicimos, creyendo preservar así un bien más alto: la posibilidad de volver a montar la sala si el conflicto se resolvía o mejoraba o cambiaba. Hay una película en la que algunas personas cuentan cómo es eso, humano demasiado humano, de contribuir a la propia destrucción para tratar de sobrevivir, pero dura nueve horas.
Vamos a empezar entonces con Johnny Guitar. Primera y ojalá última sesión utilitaria del cine-club: os queremos afectar de los afectos que sentimos aquel sunday bloody sunday y en las asambleas, reuniones y encuentros posteriores. Afectaros de injusticia, de valentía también. Afectaros, perdón, de problemas, en relación con los lugares políticos: el fascismo, que no es siempre el de los demás; las identidades duras; si sólo la violencia ayuda allí donde la violencia reina; que la empatía abona el maltrato, cuando no hay reconocimiento por parte del otro. Queremos compartir lo que nos pasó para que pronto nos pasen cosas más interesantes, desde la confianza total fatal en que el cine nos permite ver, escuchar y pensar lo que sin el cine seríamos incapaces de ver, escuchar y pensar.
[Por cierto, "Filmoteca popular de Madrid" no es una forma de hablar. Existe, está en la tercera planta de La Ingobernable, cuenta con pantalla, proyector, reproductor de mil formatos, portátil, altavoces, amplificador, treinta sillas y subiendo. Las sesiones del cine-club serán todos los martes a las ocho. El resto de días y horas, cualquier propuesta de programación es bienvenida, aquí y aquí.]