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Sesión martes 16 de junio - Cama y sofá (Abram Room, 1927)
Cama y sofá es una película soviética de 1927, dirigida por Abram Room. Al hilo de algunos de los deseos que nos vinieron la semana pasada, es una película muda y una película con bolcheviques, como aquel que vimos brevemente en Un ladrón en la alcoba, pero en principio más alegres y en su salsa. Es, además, un triángulo amoroso, pero en condiciones de cierta precariedad, compartiendo habitación en un sótano los tres personajes, yendo y viniendo entre una cama y un sofá. Hace tiempo que la vi pero recuerdo sobre todo la alegría formal del cine soviético de entonces, como entusiasmado de descubrir el mundo exterior, las calles vacías al amanecer, las calles animadas en pleno día, los trenes, las máquinas, los aviones, y al mismo tiempo una singular intimidad, como si se pudiese estar ahí a flor de piel del nacimiento del deseo y del amor, o quizás más bien otra cosa que el deseo o el amor, la camaredería pero también la soledad, lo abierto y lo cerrado, y más cosas que no os digo porque tampoco hay que desvelarlo todo, pero que hacen que al final ya no sepamos si sentirnos a pesar de todo alegres o a pesar de todo tristes.
Texto de Pablo García Canga
Otras propuestas que se hicieron para esta sesión:
Amanece, que no es poco (1989, José Luis Cuerda, 106 min, España)
Después de un mes de obras maestras y lágrimas en Chantal, la semana pasada tuvimos “Trouble in Paradise”. Gracias a Lubitsch nos recreamos en el color carmín, el cabecero de la cama y las distintas modalidades del ser ladrón… elecciones que podrían darse como en uno de esos pueblos de la “España vaciada”, las que se celebran cada año para designar alcalde, cura, maestro, prostituta o marimacho en período de prueba que es el caso de “Amanece que no es poco”. Yo es que he pensado que a mí también me gustaría ser intelectual y como no tengo nada que perder os propongo regodearnos en esta película, que tiene el riesgo de convertiros en amanecistas, encontrarnos y vivir nuestra patología colectiva durante el teledebate del óxido, nexo, sexagenario, auxilio, sexo, exagera, éxtasis, mixto, sexto, tórax, exquisito.
Podemos florecer o agostarnos, tomar un sidecar para hacer una road movie por la Mancha, tener cuerpo de Góngora o bajar para hablar de Dostoievski, aunque los días sean cada vez más largos, los tableux vivants recreen cafeterías cada vez más llenas, tengamos cuerpo de vino blanco y de cine de verano… Y ¿no podía usted haber plagiado a otro? ¿es que no sabe que en este pueblo es verdadera devoción la que hay por Cuerda? no estamos seguras de por dónde saldrá el sol mañana, efectivamente todas somos contingentes, pero Amanece es necesaria, verla o volver a verla esta vez acompañadas.
Texto de Lila Insúa
La regla del juego (1982, Jean Renoir, 113 min, Francia)
La regla del juego, de Jean Renoir, es una película de los años 30, como la de la semana pasada, pero no de principios sino de finales, cuando la guerra ya se veía venir, y francesa. Se podría decir que es una comedia porque tiene su gracia y su movimiento, en realidad tiene mucha gracia, pero hay ratos que uno ya no sabe si reírse o preocuparse. Es de esas películas con un tono ambiguo, cambiante, que saben ver la gracia en el drama y el drama en la gracia. Es también, como la semana pasada, una película que transcurre en el mundo de los ricos pero esta vez son tan importantes los criados como los marqueses. Hay también personajes de esos entre dos mundos, un artista fracasado, un piloto heroico en el aire y torpe en tierra, y también personajes más o menos fuera de la ley, un cazador furtivo con aspiraciones de criado. Y hay, como la semana pasada, amores triangulares, pero esta vez hay muchos, como si el primer triángulo hubiese cristalizado en otros y estos a su vez en otros, como si la figura clave del mundo fuese el triángulo. Es, además, una película increíble de ver, una cosa viva, una planta rara. Una película que, como dice una amiga, cuando uno la está viendo parece evidente y cuando la recuerda le parece imposible. Una película que quizás no exista.
Texto de Pablo García Canga
La favorita (2018, Yorgos Lanthimos, 121 min, Reino Unido)
Glamour, glamour, glamour. Nada importaba más que el "savoir-faire" en Un ladrón en la alcoba. No importaba tanto de dónde vinieras socialmente, mientras supieras a dónde había que llegar. Tampoco importaba el cómo.
En este mundo de aristócratas y burgueses tener problemas, es de mal gusto.
La favorita retrata un mundo lleno de problemas. Una guerra, la ruína económica de un país, miles de muertos, todo es accesorio a la obtención y ostentación del poder. Lo que importa es llegar a él. No importa cómo.
Y aunque el glamour parece un ejercicio democrático al lado de la codicia por el poder, tienen algo en común: la banalidad como premisa.
¿Qué sofisticación o importancia puede tener perseguir gansos en un salón dorado?
Todo es tan delirante y retorcido en este retrato de la Gran Bretaña de Ana Estuardo (principios del S. XVIII) que por absurdo resulta fidedigno.
Yorgos Lanthimos vuelve a explorar por los rincones oscuros de la especie humana, pero de una manera mucho más comedida -para quienes no soportéis sus filmes anteriores- en tono de comedia negra, muy negra. Un bicho raro del cine maistream reciente.
Texto de Jose Luis Salomon
Tener algo de dinero es necesario para ser libre (desafortunadamente), pero el dinero no es la libertad. Muchas películas de ladrones muestran personajes que, de forma divertida y tiernamente ingenua, no tienen clara esta idea. La mecha que prende su ingenio es el deseo fantasioso de no tener que volver a trabajar jamás.
Por el contrario, en la peli del martes pasado, Lubitsch se recreaba en mostrarnos una pareja de amantes que robaba vocacional y alegremente. No solo por diversión, pero siempre por naturaleza, como en fidelidad a su propia esencia mangui, tanto constituyente de sus personas como de su amor mutuo. De golpe en golpe, de aventura en aventura, provocando a la justicia entendida como legislación de la propiedad. Más como una divertida forma de vida. No tanto como una forma de soñar con hacerse rico.
Todo Navarra, y casi todas en Guipuzcoa y Álava, conocen bien la sierra de Urbasa. Sin duda un escenario importante en varios sentidos. Es un territorio húmedo y en relativa altura, de hayas y robles, en su mayor parte bastante salvaje, pero con zonas recortadas al bosque por la ganadería tradicional de la zona. Allí vive Tasio, un señor al que Montxo Armendáriz quiso retratar en una película de ficción a principios de los 80. Representa la resistencia a la idea de que hay un vínculo directo entre dinero y libertad. Trabaja en la caza, en su relación del bosque, y haciendo pequeñas carboneras al modo antiguo. Esa es su naturaleza y su vocación. No está muy claro, en realidad, si eso es trabajar. Desde luego, esta claro, no sueña con hacerse rico. Pero sí tiene problemas con la justicia.
Texto de Asier Lafarga