Hola. El pasado martes estuvimos hablando de vampiros, por eso salió Toute une nuit, Toda una noche, de Chantal Akerman.
La función del próximo martes 25 transcurre en una sola noche, no. Comienza cuando los habitantes de la ciudad vuelven, al atardecer. Están los tranvías, las golondrinas y una canción italiana. Es verano, por eso las ventanas no tapan la música. El tráfico va disminuyendo y los sonidos aparecen del modo que todos conocemos: un avión, alguien cantando, alguien chillando, un coche que aparca y el sonido de los pasos.
En las casas unifamiliares de las afueras, en los bares, en un café con billar, en un edificio del centro que da a una glorieta empedrada, en un hotel, en un pasillo, en un piso de una calle estrecha o en otro frente a un edificio de oficinas.
Lo que no puedo dejar de recordar en esta película son los pasos. Habitantes que suben a toda prisa las escaleras, sea la hora que sea, que corren al encuentro o deciden partir, tengan la edad que tengan. Todas nos enteramos.
Intento no generalizar. Y afortunadamente para no hacerlo tenemos la película. Lo que sí creo poder decir es que todos quieren vivir. Esto es lo que se juega esta noche, no se trata de agotar o desistir la tregua de esas horas. Como en un abrazo fuerte y seco de esos que aparecen en la película: que la noche sea primero, antes que el día. O que no se sucedan sin voluntad.
Entendido así, que nos veamos el próximo martes a las ocho de la noche en la Casa Roja (Calle Encomienda 16).